Fuente: www.diariolasamericas.com
Por Marcos Antonio Ramos
Cada día alguna noticia nos estremece, pero el tema electoral se apodera gradualmente del ambiente y no me refiero únicamente a las elecciones de a mitad de término en EU y a encuestas de opinión que con seis meses de anticipación tienen el mismo valor que apasionados y tendenciosos comentarios de tertulias de café y que simplemente reflejan el efecto pasajero de la última información resaltada en medios de comunicación. Si nos trasladamos a otra geografía, la candidatura del profesor Antanas Mockus en Colombia ha sorprendido por su avance. Semanas atrás, lo que se discutía era si don Álvaro Uribe seguiría en la Casa de Nariño. Su probable heredero, el ministro de Gobernación Juan Manuel Santos, ya no es considerado un seguro vencedor.
Hay tanta atracción en los asuntos electorales que la reciente ley aprobada en Arizona en contra de los indocumentados es quizás comentada con mayor intensidad por su probable impacto en las elecciones para el Congreso que por sus consecuencias en la vida diaria de las personas. Los indocumentados buscan una mejor vida, pero serían separados de sus familiares por obra y gracia de la nueva legislación. Mientras tanto, las primarias celebradas en Venezuela y la cercanía de un proceso comicial han sido objeto de discusiones, muchas de ellas sumamente interesantes, sobre el futuro de la patria de Simón Bolívar, Francisco de Miranda y Andrés Bello.
En la República Dominicana, el próximo domingo 16 de mayo serán elegidos por un período de seis años los miembros del Senado, uno por provincia y el Distrito Nacional. También comparecerán ante el electorado los candidatos a diputado y los aspirantes a síndicos (alcaldes) y regidores. Las encuestas, que ya son dignas de consideración por la proximidad de los comicios, anticipan una gran victoria del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) del presidente Leonel Fernández Reyna, aliado al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) del canciller Carlos Morales Troncoso y a otros partidos y movimientos, entre ellos el Frente Nacional Progresista (FNP) del doctor Marino Vinicio Castillo (“Vincho”).
Su adversario es el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) encabezado por don Miguel Vargas Maldonado. La mayor importancia radicaría en determinar quién dominará el poder legislativo y los municipios, pero también sería una gran indicación acerca del rumbo del país en los próximos años.
La prensa nacional e internacional ha puesto gran atención en los comicios en la provincia Espaillat donde aspira al Senado el doctor José Rafael Vargas Pantaleón, presidente de INDOTEL (Instituto Dominicano de Telecomunicaciones), candidato del PLD así como de los Reformistas del PRSC y de casi todos los demás partidos y movimientos políticos. Un acto público realizado en Moca, capital de la provincia, puede considerarse como una de las mayores manifestaciones de apoyo popular a cualquier candidato del interior en toda la historia de la República Dominicana. Apoyado allí por políticos muy populares como el síndico Guarocuya Cabral, es decir, el alcalde de Moca, el gobernador Aníbal Guzmán, el profesor especialista en ciencias políticas Luis Taveras y líderes cívicos y religiosos, Vargas parece ser el seguro triunfador. Pero en esos detalles hay algo adicional que incide en la política Latinoamérica.
La región necesita un cambio monumental en la vida política. Un regreso a sus mejores etapas, cuando en ciertos lugares el candidato y la población estaban en una relación directa y constante que no se limitaba a un sitio en particular o a una sola fecha en el calendario. José Rafael Vargas, desde toda las posiciones que ha ocupado y que no han dependido directamente del voto, se ha dedicado a mejorar la vida del ciudadano promedio en Moca y la provincia Espaillat. Cualquier observador puede recorrer las calles de Moca y también de Jamao al Norte, Gaspar Hernández y otras poblaciones y comprobará una huella indeleble. En cada establecimiento comercial, en casi todas las esquinas, mencionar al doctor Vargas, a quien muchos llaman cariñosamente “Varguitas”, es referirse a alguien conocido, querido y respetado.
En una ocasión alguien le pidió al gran político puertorriqueño don Luis Muñoz Marín que explicara su famoso proyecto. Don Luis se limitó a decir “... más carreteras, más puentes, más escuelas, más empleos, más viviendas populares…” y mientras continuaba mencionando realizaciones, lo demás pasaba a un segundo lugar, como los detalles de partido, ideología y personalidad.
Era posible señalar factores a favor o en contra de cualquier administración, pero las obras y los beneficios quedan. Ni siquiera los adversarios pueden negarlo. Un político cubano identificó con sólo dos palabras su gobierno, considerado por muchos como polémico: “Piedras y Leyes”, el título de uno de sus libros. Las piedras eran las obras públicas de todo tipo. Un predecesor suyo cometió, como tantos otros, ciertas faltas, pero cumplió su promesa: “agua, caminos y escuelas”. En aquella época eso era conseguir mucho y había que reconocerlo.
En América Latina han transcurrido ya dos siglos exaltando caudillos, organizando golpes de estado, anunciando revoluciones, haciendo propaganda electoral, evocando próceres respetables y gloriosos de la independencia, aunque algunos de ellos ejercieron la dictadura cuando llegaron al poder y se refugiaron en sus victorias en el campo de batalla para minimizar tropelías y hasta las ejecuciones de compañeros patriotas.
En algunos sectores la práctica favorita ha sido responsabilizar a los Estados Unidos, España y Portugal de todas las contrariedades y existen algunos elementos de juicio que irían en esa dirección, pero se ha llegado a algo parecido a responsabilizarles hasta de ciclones y terremotos, minimizando la corrupción y las arbitrariedades de gobernantes nativos y hasta de parte del mismo pueblo.
Recorriendo Moca, la espontánea reacción popular a favor de Vargas, un hombre trabajador y honrado, me impresionó como nunca antes en cualquier otro lugar. Así lo comenté con el diputado José Ricardo Taveras, de la provincia de Santiago, político de grandes méritos, y más recientemente con el cónsul dominicano y gran mocano, don Manuel Almánzar Castillo. Antes de eso había hablado sobre Vargas con el señor presidente Fernández y he dejado testimonio escrito de que la ciudad y la provincia han cambiado favorablemente desde que el futuro senador llegó a los primeros planos. Como presidente de INDOTEL (Instituto Dominicano de Telecomunicaciones), en otros cargos y mediante el periodismo, la huella de ese hombre público a quien conocí cuando era un joven escritor, defensor de la obra de don Pedro Henríquez Ureña y de don Américo Lugo, se deja sentir con intensidad en la república, especialmente en Moca.
Sólo un enamorado de su ciudad, su provincia y su país puede establecer esos puntos de contacto con la población. No más revoluciones, discursos encendidos, golpes de estado y populismo barato. América Latina necesita de libertad, democracia, orden público y derechos humanos, pero también de empleo, viviendas aceptables, escuelas, comunicaciones modernas, hospitales, caminos, con el estilo perseverante y realista del humanista dominicano José Rafael Vargas Pantaleón.